Anoche, como ya viene siendo habitual en los últimos 3 años,
despedimos otra (cortísima) temporada de Juego de Tronos. Estaba claro que
después de un capítulo 9 sin un final de muerte como nos tenían acostumbrados
en años anteriores, algo grande estaba por venir y vaya que sí. O al menos, a mí, no me ha defraudado. No sé
si será la mejor serie en antena de la actualidad, de las “mías” desde luego (a ver,
Twisted o Beauty and the beast no son competencia…), pero yo la disfruto como
un enano.
Y eso que, sin haberme leído los libros, me pierdo de mala manera
con muchísimos nombres. Además, si hay personajes poco habituales, cuando
reaparecen tengo mil y una dudas para recordar en qué punto estaban la última
vez que habían aparecido en pantalla, un desastre vamos. Pero oye, que yo gozo
cual cerdo revolcándose en el barro y como no espero absolutamente nada, siempre me sorprende
y me tiene enganchado de principio a fin. Bendita ignorancia la mía.
Como Canal + tuvo a bien invitarnos al pase del capítulo en los Cines Callao a las 21:00, para allá que nos fuimos, porque, dicho sea de paso, Juego
de Tronos es un lujo en pantalla grande, que me digan dónde hay que firmar para
ver todos los capítulos así, oiga. ¡Qué maravilla! Pero antes, en plena Plaza de Callao,
nos tenían preparada la primera coronación que viviremos esta semana en Madrid,
concretamente la del ganador de “19 Reinos” experiencia
transmedia que el canal ha ofrecido a
los seguidores de la serie durante toda esta cuarta temporada.
Con un gran ambiente y al ritmo de gaitas y tambores con la música de
la serie, entramos a repantigarnos en nuestras butacas y disfrutar, unos más que otros, claro, que nunca llueve a gusto de todos. Pero yo
paso a contaros como fue mi experiencia desde mi humilde punto de vista y, aunque no voy a hartarme a
soltar spoilers, si aún no has visto el capítulo, todavía estás a tiempo de retroceder.